EL BOSQUE
Adaptación de la leyenda urbana La Figura Negra
Roser Justicia Vidal
¡Me encanta el verano! Siempre voy al pueblo de mi padre y me junto con otros chavales que tampoco viven allí pero que vuelven todos los años. Pasamos los días en la piscina y las noches bebiendo y riendo. Solemos ir a un claro que hay en un pinar cerca del pueblo. Mi padre me dice que no vayamos allí..que no es un sitio adecuado para estar de noche...pero es un lugar tan tranquilo, uno de esos lugares dónde nunca hay nadie. No entendía porque me hacía esa advertencia... hasta que sucedió algo que nunca podré olvidar.
Estábamos allí de risas y hablando de nuestras cosas cuando una de las chicas, Silvia, empezó a ponerse blanca. Gritaba diciendo que en la oscuridad, entre los pinos, había alguien o algo... que la miraba muy fijamente...Todos comenzamos a reír bromeando, diciéndole que dejase de beber. Ella no salía de su temor...ya no veía la figura pero estaba segura de que no se la había imaginado. Algunos de nosotros nos ofrecimos a ir hasta el sitio para que se convenciera de que no había nada ni nadie.
Tras la comprobación a Silvia se le pasó el susto, aunque aún se sentía intranquila, como si no pudiese evitar que la tensión le hiciese fruncir el ceño. Seguimos riendo y charlando cuando de repente, empecé a sentir que me estaban observando. Un escalofrío me recorrió la espalda y las bromas a mi alrededor empezaron a perder su gracia. Me sentía incómodo. Levanté la vista en dirección a los matorrales que había frente a mí y pude ver algo... o a alguien. Fue apenas un instante, pero estaba seguro de que había estado allí, mirándome... Una figura oscura, siniestra, cuyo rostro apenas podía distinguirse bajo la oscuridad de la capucha que le cubría.
Me entró tal desesperación que comencé a gritar. Silvia lo volvió a ver y también gritaba. Nadie entendía nada pero nos pedían que parasemos...la broma se estaba haciendo pesada. Nosotros insistíamos: "no es una broma. ¿Acaso no le veis?" Pero nadie le veía... porque había vuelto a desvanecerse.
Dos de los chicos fueron a mirar otra vez. El primero volvió a los pocos minutos sin haber encontrado nada. El segundo no regresó. Los minutos pasaron lentamente mientras el claro a nuestro alrededor sólo nos ofrecía silencio. No tuvimos más remedio, había que encontrar a nuestro compañero.
Nos adentramos en el bosque en grupos de dos, Silvia se negó, tenía demasiado miedo.
Avancé por aquellos caminos con los nervios alterados por la imagen que había visto, las manos me temblaban al apartar las hojas que nos trababan el paso. Ya no me parecía un lugar plácido y tranquilo, ahora las sombras eran más oscuras, los árboles ofrecían un aspecto siniestro y los senderos eran demasiado estrechos. Me parecía sentir la presencia de aquella extraña figura a nuestra espalda, acariciándome la nuca con su frío aliento. Pero cuando me volvía a mirar nunca encontraba a nadie siguiéndonos.
Entonces, al final del camino, me pareció distinguir una silueta oscura, aparecía y se desvanecía entre los árboles, como si la absorbiesen las sombras. Creí que era nuestro amigo, y empecé a llamarle. Marta, la chica que me acompañaba, me retuvo cuando intenté avanzar hacia él, había algo extraño en aquella figura, algo que no era normal. Me suplicó que no fuese, me rogó que nos marchásemos de allí. Yo estaba decidido a ir, y lo hubiese hecho... de no ser por el grito.
Fue espantoso, un alarido cargado de terror que nos espantó.
Volvimos al claro dónde habíamos dejado a Silvia, pero estaba vacío.
Fue entonces cuando apareció Carlos, uno de los dos compañeros que se había adentrado en el bosque, regresó sólo, con el rostro desencajado y las manos llenas de sangre. Gritaba "está muerto, está muerto, lo ha matado".
Huimos, con el miedo convertido en grito y la seguridad de que no sobreviviríamos si continuábamos allí.
Nunca regresamos a aquel lugar, nunca encontraron a nuestros amigos y a día de hoy no hemos podido olvidar lo que ocurrió.
Carlos explicó que había visto una figura negra que les seguía, y dijo que aquel ser de aspecto tenebroso le había cortado el cuello al chico que le acompañaba, con la misma facilidad con la que uno partiría en dos una naranja. Después desapareció, con si nunca hubiese llegado a existir, y dejó a sus pies el cuerpo sin vida de su amigo, por el que ya no pudo hacer nada.
Sin embargo nunca encontraron el cadáver, nuestros amigos desaparecieron entre la espesura de aquel bosque siniestro. Los buscaron durante semanas, meses... pero no hubo más rastro que el de unas cuantas hojas, manchadas de sangre, y el testimonio de aquellos que estuvimos allí, y que sabíamos, y sabemos, que la figura negra existe.
Así que si vas a dar un paseo por el bosque, o a disfrutar de una tarde de picnic en mitad del claro, ten cuidado... podría venir a por ti.
La figura negra
Visto:
Categoria:
0 comentarios:
Publicar un comentario